Koldo Mitxelena Kulturunea y Ateneo Guipuzcoano, han organizado el ciclo de conferencias Arquitectura y territorio. Una visión de la arquitectura religiosa, industrial, residencial y defensiva en Gipuzkoa que pretende realizar un somero repaso al patrimonio principalmente arquitectónico guipuzcoano, centrado, como su título indica, en sus aspectos religioso, residencial, industrial y defensivo. Sobre la justificación del mismo los organizadores indican algo que desde la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, AVPIOP-IOHLEE compartimos:

«En los últimos años el patrimonio, especialmente el arquitectónico, se está poniendo de moda. Entre las causas de este “descubrimiento” por parte de la población está presente la progresiva desaparición de edificios y otros elementos que forman parte del patrimonio cultural.

Como resultado de esta toma de conciencia, son los propios ciudadanos, individualmente u organizados en asociaciones, quienes  están llamando la atención a la Administración pública sobre el tratamiento que en casos puntuales otorga al patrimonio.

Entre las causas de tales actuaciones consideradas negativas se encuentra que su protección está vinculada a la praxis urbanística de los Ayuntamientos y por lo tanto, supeditada a procesos de urbanización o de regeneración urbana en la que el “patrimonio” tiende a ser entendido más como una amenaza que como una oportunidad

Hoy lunes 3 de abril a las 19,30, en el Koldo Mitxelena Kulturunea se celebra la conferencia «Patrimonio Industrial de Gipuzkoa» impartida por la historiadora y miembro de AVPIOP Beatriz Herreras Moratinos.

Con este motivo, el Diario Vasco abordaba ayer domingo día 2, en un reportaje que reproducimos, la situación del Patrimonio Industrial guipuzcoano:

 

Radiografía del patrimonio industrial

La Asociación Vasca de Patrimonio Industrial promueve una cultura de reutilización de edificios frente a la inercia de la destrucción que ha prevalecido hasta ahora

Solo 89 de las cerca de 3.000 fábricas, vías y máquinas registradas en Gipuzkoa cuentan con protección

La antigua fábrica Manufacturas Olaran en Beasain es uno de elementos protegidos que espera un nuevo uso en su interior. / AVPIO

 

IMANOL TROYANO. Diario Vasco, diariovasco.com

No es un secreto que el sector industrial es uno de los motores económicos más importantes de Gipuzkoa, en la actualidad, y en el pasado más reciente. La fábricas se levantaron durante finales del siglo XIX y principios del XX en los valles del territorio, y conformaron verdaderos asentamientos a su alrededor que contribuyeron a la expansión del mismo. El devenir económico de los guipuzcoanos ha estado ligado, directa o indirectamente, a estos lugares a lo largo de su historia más cercana, por lo que los lazos afectivos establecidos con estas edificaciones van más allá de la mera relación laboral.

Si bien todas las poblaciones guipuzcoanas siguen en pie, no todas las construcciones fabriles que permitieron su prosperidad han corrido la misma suerte. En algunos casos la bancarrota llamó a sus puertas debido a una mala gestión, en otros muchos, el inexorable paso del tiempo y la modernización del sector paralizaron su producción. Su final los convirtió en lugares fantasma, despojados de la frenética actividad que les caracterizó, abandonados al progresivo deterioro, para acabar dando paso al irremediable dilema: destruir o proteger.

Sensibilización

Beatriz Herreras Moratinos (Urretxu, 1966), especialista en patrimonio industrial de Gipuzkoa, se decanta firmemente por la segunda opción. Ésta se plantea, además, una cuestión diferente: «¿Qué puede aportarnos el patrimonio industrial para mejorar los entornos urbanos, nuestro ecosistema?».

Herreras es miembro de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (Avpiop) y mañana a las 19.30 horas ofrecerá en el Koldo Mitxelena una conferencia centrada en el capital guipuzcoano dentro del ciclo ‘Arquitectura y territorio’, que organiza el Ateneo Guipuzcoano, en colaboración con el Instituto Geográfico Vasco. Esta organización pretende contribuir al reconocimiento del pasado industrial de la comunidad y fomentar su reutilización. Para conseguirlo, llevan a cabo una exhaustiva labor de investigación, inventariado y catalogación del patrimonio. En Gipuzkoa han contabilizado 2.800 elementos que cumplen los requisitos para merecer el grado de protección, pero solo 89 son reconocidos legalmente en esta categoría, mientras que más de 1.500 esperan su momento para ser declarados con tal distinción. Por contra, más de un millar de vestigios están condenados a desaparecer.

La sensibilización de la opinión pública es otra de las preocupaciones de la Avpiop. Herreras cree al respecto que «hay un conocimiento amplio» entre la población, aunque «ha fallado a la hora de transmitirlo, no ha habido una pedagogía». «Faltan estrategias para averiguar cómo ese patrimonio puede volver otra vez a la sociedad», indica. «Cuando se produce el cierre traumático de una fábrica, puede haber dos posturas enfrentadas: la de los que no quieren saber nada, y la de los que lo consideran parte de su vida». Aunque, en general, opina que no hay una percepción en la sociedad que piense que estos elementos son inútiles o molestos, ya que existe una «conexión muy fuerte con el trabajo que se ha efectuado ahí». Se achaca, eso sí, que desde su asociación se han preocupado más en que no se derribasen las construcciones, en vez de demostrar el valor que tienen. «Se ha trabajado más en la parte tangible, ha faltado preguntar qué significa para los ciudadanos».

En cuanto a la postura de las instituciones, Herreras comprueba una evolución favorable con el paso del tiempo. «No es la misma situación en los 90 que ahora». Sin embargo, se lamenta de que no haya una postura central sobre ello, «no es fácil incluirlo en las políticas urbanísticas. Ahí está el gran reto». No obstante, guarda la esperanza de que valores predominantes del siglo XXI como el reuso y el reciclaje faciliten la tarea. «Me sorprende que en un momento en el que se habla de reutilización y de sostenibilidad, para mí es mucho más sostenible reutilizar un edificio industrial. Creo que es algo que cae por su propio peso».

La papelera Araxes de Tolosa (arriba), la central hidroeléctrica del Leitzaran (izquierda) y la antigua fábrica de limas, ahora centro de creatividad de Ampo (derecha). / avpiop

«Un legado»

Es consciente, aun así, de que es «complicado intervenir en el patrimonio» e insiste en que «no se puede proteger todo, evidentemente, pero se pueden hacer las cosas de otra manera». «Lo difícil es gestionar ese cambio, hay que quitar de la cabeza esa idea de diseñar como si estuviera todo a tabla rasa». A la hora de construir en las zonas industriales, «se piensa en el suelo, no en los edificios». Otro de sus cometidos se centra en cambiar de opinión a los que piensan que el patrimonio es una barrera. Herreras lo considera más bien como «un legado». «Nos convertimos en agentes de ese legado y no debemos de dilapidarlo».

Herreras desvela que les acusan de «conservacionistas», pero ensalza que «el patrimonio es el presente». «No se puede vivir en la nostalgia y no queremos estar atados. Nos gusta el progreso y la industria 4.0 no se olvida del pasado. Eso es lo que intento transmitir». Esta experta en la materia advierte finalmente de que «hay un afán de pasar página muy rápido», pese a que «si hoy en día en el País Vasco se han conseguido los estándares de calidad de vida que tenemos es gracias a que ha sido un pueblo industrial».

 

Gipuzkoa es como una gran fábrica

Los elementos industriales en Gipuzkoa se han encontrado siempre muy dispersos a lo largo y ancho del territorio, pero no todos han corrido la misma suerte tras agotar sus vidas de producción. «Las zonas de Irun, Errenteria, Pasaia y Donostia son las que más patrimonio han perdido», señala Beatriz Herreras Moratinos. En el polo opuesto, «Eibar, Elgoibar, y el Goierri son las áreas que mejor lo conservan». Entre los buenos ejemplos de reutilización de los vestigios se encuentran la nave de chatarra que había en Bergara y que ahora se ha reconvertido en un polideportivo, o la papelera de Legazpi que alberga el Chillida Lantoki. También se ha conseguido aprovechar con éxito el trazado del antiguo ferrocarril de Plazaola, donde en la actualidad se halla una vía verde. «Algo muy identitario de Gipuzkoa es que en todos los pueblecitos había algo de industria. En las zonas rurales, minería, y en los cauces fluviales, centrales hidroeléctricas. Gipuzkoa es como una gran fábrica», asegura Herreras.

 

35 años de Patrimonio Industrial. 1882-2017