El diario Deia publicaba ayer día seis de enero el siguiente artículo firmado por L. Gondra:

Al volante de la nostalgia

Trabajadores de la antigua fábrica del Goggomobil se reunieron ayer en Mungia

Los antiguos trabajadores de la desaparecida Munisa posaron en Mungia junto a dos Goggomobiles. (L.G., Deia)

 

ERAN apenas las cuatro de la madrugada de la noche de Reyes del año 62 y de la cadena de producción de Munisa salía el primer Goggomobil. Ayer, 50 años después, en torno a una veintena de los trabajadores de aquella fábrica ya desaparecida, se reunieron en Mungia para conmemorar aquella jornada en la que vio la luz este microcoche. El punto de encuentro fue la rotonda de Goietas, donde el municipio rinde un perpetuo homenaje a este cochecito con un enorme cartel, y que se encuentra a apenas unos metros de donde aún se erige el edificio que albergaba la antigua fábrica que producía estos pequeños vehículos.

La de ayer fue una cita envuelta en nostalgia, en la que las protagonistas fueron las dos unidades de estos cochecitos que llevaron miembros del Club Goggomobil de Mungia y que acudieron al ritmo del peculiar sonido de sus ligeros motores.

También fue una jornada de reencuentros. A la convocatoria asistió Pablo Beltrán de Heredia, jefe de producción y director de fábrica de Munisa, que actualmente reside en Madrid y que hacía 42 años que no visitaba el edificio que antaño albergaba esta factoría. «Me alegro de haberla pisado de nuevo», explicó Beltrán de Heredia, que resaltó que fueron muchas las circunstancias que confluyeron para que los Goggomobile no cuajaran y se produjeran solo durante apenas cinco años. «Los años 60 no eran los años 50; en los 50 lo que se producía se vendía y en los 60 empezó una competencia muy fuerte en la cual era difícil sobrevivir», resaltó. «Cuando salió el Goggomobil su precio era de 53.000 pesetas. En aquella época el precio de un Seat 600 eran 80.000. Esas casi 30.000 pesetas de diferencia a la gente le hacía pensar y el Goggomobil tenía buena salida», explicó. «Pero bajaron el precio del 600 a 60.000 pesetas. Y la realidad era que entre un microcoche como era el Goggomobil y un 600, la diferencia de coste era muy pequeña, en cambio la diferencia de prestaciones, grande», añadió, exponiendo así una de las principales variantes que influyeron en el fin de este auto. «Recuerdo al Goggomobil con mucho cariño. Tenía dos y me desprendí de ellos porque fui a trabajar a Madrid y allí no tenía donde guardarlos. Lo sentí mucho. Se los vendí a gente que trabajaba en la fábrica. Era un coche divertido de conducir», explicó Beltrán de Heredia.

Entre los trabajadores de Munisa estaba Rafael Ateka, que era quien ponía a prueba los coches cuando salían de la cadena de producción y los sometía al circuito de diez kilómetros que debían de hacer para luego tomar nota de posibles anomalías. Ateka destaca que para la economía de Mungia fue un mal trago el que terminara la producción de estos autos. «Aquí trabajábamos muchos, cerca de 500. Y de repente nos quedamos sin nada que hacer», narra este mungiarra que conoce palmo a palmo la técnica de este pequeño gran cochecito made in Euskadi.

Pablo Beltrán de Heredia Exjefe de producción y exdirector de MUNISA (L.G., Deia)

 

NOTA BIOGRÁFICA: Pablo Beltrán de Heredia Iraurgui (Bilbao 17/03/1935). Sus primeros estudios y bachillerato, así como la carrera de ingeniería, fueron en Bilbao. Ingeniero. Comenzó su vida profesional en la empresa vizcaína MUNISA, en la que desempeñé diversas funciones, entre ellas la de director de la fábrica de Mungía, donde se fabricó el famoso Goggomobil . Más tarde, en 1969, ingresó en Dragados y Construcciones, trasladándose con su familia a Madrid; en esta empresa permaneció hasta su prejubilación en 1997.