El número 19 de la revista URDAIBAI, Magazine Online, dedica un precioso artículo a la Tenería Vascongada de Forua. Nuestros lectores conocen que la Tenería o Curtiduría de Forua es uno de los elementos de primer nivel del patrimonio industrial vasco, por coincidir que ha sabido preservar en su integridad tanto el edificio como todos los elementos del sistema de producción. A ella hemos dedicado un artículo firmado por Beatriz Herreras en la publicación coordinada por la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, AVPIOP-IOHLEE, y publicada por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco en 2012, Patrimonio industrial en el País Vasco.
Pues bien, los redactores del artículo han entrevistado a Iñaki Arrazola, hijo del último propietario de la empresa, que trae a la luz algunos de sus recuerdos. Es de agradecer el interés de la revista por acercarse a esta notable muestra de nuestro patrimonio industrial y el acierto de acercarse a ese patrimonio intangible de conocimientos y recuerdos que poseen aquellas personas que, como Iñaki Arrazola, ha vivido en primera persona el devenir de una industria, en este caso de curtidos de cuero.
El artículo se titula CURTIDURIA DE FORUA. Perdimos el oficio, mantengamos su cultura y destaca la última etapa de la actividad de la curtiduría de Forua e incluye fotos cedidas por la familia Arrazola, alguna de las cuales reproducimos. Hemos extraído también tres pequeños párrafos del artículo, cuya lectura recomendamos.
«Iñaki Arrazola, hijo del último propietario de la empresa, recuerda los orígenes de este negocio familiar: “La familia de mi aita ha sido de curtidores, tanto por parte de los Arrazola, mi bisabuelo ya era curtidor en Oñati, como de mi abuela Markiegi en Deba. El año 1941 los Arrazola compraron la curtiduría de Forua y un primo de mi abuelo, Patxi Arrazola se hizo cargo de ella. En 1958, mi abuelo Ricardo vino a Gernika con su hija Arantza y su hijo mayor, Doroteo, a regentar la curtiduría. Al fallecer mi abuelo, mi aita siguió con el negocio hasta que en 2013 cerró definitivamente”
La curtiduría de Forua, pese a ser una empresa consolidada en el sector, cerró cuando el último de los Arrazola curtidores se jubiló. La saga familiar no continuó con el negocio. “De todas formas, la continuidad de esta actividad en pleno Urdaibai hubiese sido muy complicada si no imposible, por la gran complejidad de adaptar una industria de 1918 a los requisitos actuales medioambientales, de seguridad…”, destaca la familia.
La puesta en valor de este bien cultural es una asignatura pendiente, que requiere un profundo trabajo de reflexión y búsqueda de soluciones. “Ahora veo con tristeza como las instalaciones, maquinaria… de la única fábrica tradicional de curtidos que queda en Euskadi y que cuando se retiró mi aita estaba en pleno funcionamiento, se está deteriorando por momentos y a pesar de tratarse de maquinaria que tiene un grado de protección, por estar catalogada como patrimonio industrial por el Gobierno Vasco, si no somos capaces de crear una actividad que permita su conservación, se perderá irremediablemente.”, se lamenta Iñaki Arrazola. Recientemente, en 2017 una exposición del fotógrafo gernikés Aitor Arana reivindicaba el valor de este inmueble. Una joya patrimonial de primer orden, que, ajenos a su valor histórico-cultural, vemos al pasar hacia Forua.»
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