Recogemos el relato que el diario Deia hacía el pasado día 21, de la demostración de puesta en marcha de un telar histórico en la Fábrica Museo de La Encartada, en Balmaseda, demostración a la que fueron invitados los socios de AVPIOP.

Boinas La Encartada teje sobre su pasado

El museo de Balmaseda pone en funcionamiento un telar que había permanecido casi setenta años sin utilizarse

Laurentino Cabo y Joaquín Marco, han conseguido que funcione de nuevo con sus piezas originales. /Foto Deia.

 

Balmaseda. Elixane Castrexana – Sábado, 21 de Abril de 2012

Por unos minutos, la fábrica de boinas La Encartada volvió a la vida. Cuando se accionó el botón que puso en funcionamiento el Jacquard nº 1 casi 70 años después, los miembros de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública tuvieron la sensación de retroceder a principios del siglo XX, cuando este telar fue transportado a Balmaseda para producir mantas de lana.

Una restauración de casi un año en la que se han invertido 45.000 euros -el 70% subvencionados por el Gobierno vasco- ha permitido que el ruido ensordecedor que emite en acción volviera a escucharse. La Encartada quiso que la primera demostración del trabajo realizado se llevara a cabo en presencia de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial, que apostó fuerte por la reconversión de la factoría en museo.

Y el telar Jacquard es una pieza digna de un museo. Lo saben bien Laurentino Cabo y Joaquín Marco, que han conseguido que funcione de nuevo con sus piezas originales. «Fue una de las primeras unidades de este modelo fabricadas en el Estado en Sabadell en 1906 «, explica el restaurador leonés Laurentino Cabo.

Entonces, la producción en serie no se había desarrollado con tanta precisión como ahora. Por eso, los mecanismos que mueven sus 1.600 hilos no sirven para el telar casi idéntico situado a su lado, «a pesar de que se crearon a partir del mismo plano». El Jacquard, fabricado a principios del siglo XX, ha sido restaurado durante casi un año. Una sola persona controlaba la máquina, que cosía mantas con motivos geométricos. Dos horas bastaban para confeccionar una manta con dibujos geométricos que podía ser de un color por un lado y de otro tono diferente por el otro. El telar incorpora una lanzadera que se mueve a toda velocidad, dando forma a los motivos deseados. «Puede tejer hasta que se agota el hilo que lleva. Más o menos, eso equivale a unos diez centímetros», equipara Cabo.

El trabajo con el telar a lo largo de los últimos meses ha deparado más de una sorpresa. «Hemos descubierto varias cosas. Por ejemplo, que tiene un mecanismo que solo conocía quien lo fabricó. Por así decirlo, una pequeña trampa», desvela Joaquín Marco. Han conseguido descifrarlo a fuerza de subir una y otra vez la escalera que se eleva cinco metros sobre el suelo. Exactamente lo que mide de alto.

Una persona Una sola persona supervisaba la confección. Pero manejarlo requería paciencia y destreza. Por eso, «una vez que se aprendía, normalmente nunca se movía de un determinado telar». Había que estar alerta para controlar las 400 agujas de la máquina, cada una de las cuales mueve cinco hilos de algodón trenzado, y asegurarse de que la lanzadera no saliera despedida por la fuerza con la que se desplaza por el telar. «La lanzadera pesa bastante y tiene que estar algo desequilibrada para que pueda deslizarse bien», describe Laurentino Cabo. Ellos mismos han tenido que adaptar esta y otras piezas, ya que «hoy no se fabrican en ningún sitio».

Los telares Jacquard entraron en declive a partir de 1960 a medida que se popularizaban los de Maquinaria Textil del Norte S.A. (Matesa), que podía tejer una amplia variedad de materiales sin necesidad de utilizar lanzadera. «Eso era otro mundo. A partir de entonces, una persona podía hacerse cargo de dos o tres telares», compara Laurentino Cabo.

Salvados Pese a que los Jacquard se habían quedado obsoletos, La Encartada optó por no deshacerse de ellos. «Menos mal, porque si se hubiera modernizado hoy no podríamos disfrutar de este maravilloso museo. Todo este patrimonio que recorre la evolución en la historia textil desde 1892 habría ido a parar a la chatarra», celebran.

Después de recuperar el telar Jacquard, el museo no se plantea reparar otra máquina, al menos a corto plazo. «Nos encantaría, pero ahora la situación económica no es la más idónea», argumenta la directora de La Encartada, Begoña de Ibarra.

El primer y el último sábado de cada mes, empezando el 28 de abril, la fábrica rememorará su época dorada mostrando a los visitantes el telar Jacquard en acción. Las demostraciones comenzarán a las 13.30 horas.

Tres imágenes de la demostración de funcionamiento del telar / Foto Deia.