Orain dela aste batzuk salatu izanagatik ere, ondarearen espoliazioak jarraitzen du Babcock & Wilkoxen.

Pese a las denuncias de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial, AVPIOP-IOHLEE, continúa el expolio patrimonial y el desastre medioambiental en la Babcock Wilcox de Sestao-Trapagaran.

 

38red

 

Han transcurrido meses de expolio y desvalijamiento en la Babcock y semanas desde las denuncias de la AVPIOP-IOHLEE y, ni la propiedad ni las administraciones ponen coto al desastre. AVPIOP-IOHLEE se ha dirigido por escrito al administrador concursal, a los alcaldes de Trapagaran y Sestao; a este último también en calidad de presidente de IBAR ZAHARRA, así como a los políticos responsables de las restantes sociedades públicas accionistas de IBAR ZAHARRA, al Subdelegado del Gobierno, a la Consejera de Desarrollo Económico y Competitividad y al Diputado Foral de Promoción Económica, sin que hasta hoy se hayan paralizado los actos de pillaje patrimonial.

 

Hasta tanto no se pronuncie el Departamento de Cultura del G. V., la Babcock debe preservarse. Es patrimonio, no ruinas.

La Asociación Vasca de Patrimonio Industrial, AVPIOP-IOHLEE, solicitó por escrito en 2010 al Departamento de Cultura la incoación de expediente de declaración de Bien Cultural, ante el inminente cierre de la factoría. En abril de 2014, las Juntas Generales de Bizkaia instan a la Diputación Foral a interesarse ante el Gobierno Vasco para que estudie su protección “a fin de garantizar su conservación dentro de nuestro patrimonio industrial”, y el Parlamento Vasco insta al Gobierno Vasco para que estudie y apruebe la protección del patrimonio industrial para “garantizar su conservación y puesta en valor”. AVPIOP espera un pronto pronunciamiento, pero en tanto no se produzca este, la Babcock debe mantenerse en pie, preservándose todos sus valores patrimoniales, para no dar lugar a una situación irreversible. Incluimos aquí la valiosa escultura de Ibarrola Hombro con hombro.

 

No podemos admitir que, como nos dicen, nada se pueda hacer y que debamos dar por irremisiblemente perdido nuestro patrimonio.

No es admisible que en un moderno Estado de Derecho la ciudadanía deba resignarse a la impunidad. La Babcock tiene un propietario, un administrador concursal; está situada en los términos municipales de dos importantes ayuntamientos, Sestao y Trapagaran y, desde hace años, sobre sus terrenos actúa la sociedad pública IBAR ZAHARRA formada por las administraciones estatal, vasca, foral y municipal, presidida por el alcalde de Sestao. No es posible admitir que nadie tenga ninguna responsabilidad sobre lo que está sucediendo, directa o subsidiariamente.

 

Al ciudadano que debe cumplir la exigente legislación ambiental y de salud sobre residuos tóxicos –y el amianto lo es– parece mostrársele que existe un modo rápido, eficaz, económico y no castigado de incumplir la ley.

Durante meses, decenas de trabajadores han desmantelado, a plena luz del día y con importantes medios mecánicos, las instalaciones de Babcock, fundamentalmente las centenarias y valiosas cerchas roblonadas de la cubierta que soportan las placas de Uralita, posiblemente con amianto, las cuales han sido arrojadas desde la altura y trituradas en la manipulación, corte y transporte, sin que ningún organismo haya mostrado preocupación, que sepamos hasta hoy, por lo sucedido. Cuesta creer que se trate tan solo de abandono y desidia.

 

Lo innovador, lo sostenible, lo civilizado, es mantener las edificaciones industriales más significativas, otorgándoles nuevos usos. La naves fundacionales de Babcock son sólidas, deben conservarse y reutilizarse.

Los expolios nos están privando de los componentes metálicos de las naves. Se pierde con ello en parte el valor de autenticidad que estas poseen. Pero las sólidas estructuras de pórticos de hormigón armado –uno de sus valores– permanecen, así como sus cerramientos de albañilería. La propiedad debe asumir el costo de recuperación que su negligencia conlleva. Los ayuntamientos de Sestao y Trapagaran deben reivindicar y planificar la permanencia
–junto con todas las nuevas edificaciones que pronto comenzarán a levantarse en sus inmediaciones– de estas sólidas, vacías y patrimonialmente valiosas arquitecturas, casi centenarias, que contribuirán tanto a preservar la memoria del lugar como a cualificar urbanísticamente un entorno que mira hacia el siglo XXI. La sociedad pública IBAR ZAHARRA debe ofrecer a la ciudadanía de estas dos poblaciones y a la sociedad vasca, una política de regeneración modélica que incluya la preservación y reutilización del patrimonio que aún nos queda, las oficinas y las diez naves, que aún no han sido demolidas. No es imposible, es sencillo: una de las empresas vascas mas valoradas, la CAF, puede producir hoy los más innovadores proyectos ferroviarios en naves históricas; y en Bilbao, el primer edificio industrial de hormigón armado, la fábrica Ceres de 1899, hoy alberga viviendas. No deben utilizarse los recursos públicos en derribar para volver a construir.

 

Bilbao, Bizkaia, Euskadi, se identifican con el desarrollo industrial, vienen de un rico pasado industrial y desean un futuro con industria. ¿por qué derribar las huellas más significativas de ese pasado?

La sociedad vasca no reniega de su pasado industrial. Somos una sociedad industrial, con una cultura industrial centenaria que viene de las ferrerías y se proyecta hacia la aeronáutica o la más innovadora máquina-herramienta. Nuestra industria de hoy no ha surgido de la nada. Los elementos más simbólicos de ese importante pasado fabril, se deben preservar, porque con ellos permanecerá viva la memoria de nuestro saber hacer. La vega del Galindo acogió en 1918 el desarrollo de una empresa creada por dos estadounidenses, e impulsada por emprendedores británicos y vascos, una empresa con vocación de internacionalización. Sus naves muestran nuestra pasada vocación industrial y merecen alojar en ellas también el futuro de nuestra industria.

 

DSC_9323 b herreria, forja