Hoy, día 12 de diciembre de 2016 se cumplen 80 años de la entrega por parte de las empresas constructoras al Ayuntamiento de Bilbao del puente de Deusto. Desde la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública siempre hemos mantenido ante las autoridades municipales la necesidad de mantener en funcionamiento su maquinaria de modo que continuara siendo posible la apertura de sus hojas en días señalados. El puente posee un elevado valor patrimonial y simbólico para la villa y el mantenimiento de su apertura constituye un testimonio del pasado industrial y portuario que consideramos debe mantenerse (una vez sellado el puente del Ayuntamiento) en el presente y transmitirse a las generaciones futuras. Lamentablemente, sin que haya mediado una explicación, el puente, desde hace unos años, ha dejado de mostrar a la ciudadanía de Bilbao -y a quienes nos visitan- el grandioso espectáculo de la elevación de sus hojas para permitir el transito fluvial y rememorar el tiempo, no tan lejano, en que los buques de la naviera Pinillos aún atracaban en los muelles de Abandoibarra.

Hemos querido celebrar la efemérides e insistir en la necesidad de la recuperación de la funcionalidad del puente de Deusto, recogiendo algunos párrafos que la historiadora y miembro de AVPIOP-IOHLEE Marta Zabala Llanos escribió en la publicación Patrimonio Industrial en el País Vasco (páginas 594 y siguientes del Tomo I) coordinada por AVPIOP-IOHLEE y editada en 2012 por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco. Unos años antes, en 1997, la Diputación Foral de Bizkaia, en la colección Patrimonio Industrial de Bizkaia, había publicado El puente de Deusto / Deustuko zubia / Deusto Bridge, escrito por las historiadoras Maite Ibañez, Mª. José Torrecilla y Marta Zabala.

El Puente de Deusto. Portada de la publicación de 1997.

El Puente de Deusto. Portada de la publicación de 1997.

«Bilbao ha mantenido desde su fundación una estrecha vinculación con la ría y uno de los aspectos en los que se ha manifestado esta dialéctica es la construcción de sus puentes, jalones inequívocos de esa simbiosis entre la trama urbana y el cauce navegable del bajo Ibaizabal. De hecho, la fundación de Bilbao se vinculó al único vado transitable del fondo de ría, concediéndosele entonces el derecho de control sobre el camino a la Meseta, ejercido a través del primitivo puente de San Antón. No es extraño que durante siglos los bilbaínos se opusieran tenazmente a que se habilitase cualquier otro paso con el consiguiente perjuicio de sus intereses. Habría de situarse Bilbao en una posición hegemónica indiscutible, para que a fines del siglo xviii se relajase la defensa del privilegio medieval de controlar el único paso sobre la ría. Así, en 1793 los franciscanos podían por fin construir un primer puente de madera, al que puso fin la Guerra de Independencia en 1813.

El alcalde de Bilbao, Ernesto Ercoreca coloca en 1932 la primera piedra del Puente de Deusto (Foto Archivo Txema Luzuriaga, tomada de la publicación "El Puente de Deusto")

El alcalde de Bilbao, Ernesto Ercoreca coloca en 1932 la primera piedra del Puente de Deusto (Foto Archivo Txema Luzuriaga, tomada de la publicación «El Puente de Deusto»)

Los puentes de Deusto y del Ayuntamiento son dos hitos de este proceso. Inaugurados en fechas próximas en el tiempo, ambos presentan, además, un notable paralelismo en su forma, autoría y características técnicas, e ilustran con elocuencia cómo la instalación de puentes en la ría se ha visto mediatizada siempre por dos variables: la expansión urbanística y comercial de la villa y el enclave y carácter de su tráfico portuario. Este segundo hecho, precisamente, ha condicionado en todo momento la elección de un tipo de paso u otro, y ha suscitado la aparición y sellado progresivos de los oportunos puentes móviles.

Ricardo Bastida entendía que era más necesaria la construcción de un puente que uniese Bilbao y Deusto, por lo que su construcción fue acometida en primer lugar. Ello pese a la oposición de gran parte de los habitantes de la villa, que deseaban poder librarse del pago que se imponía al cruzar el del «Perro chico».

El puente y el viaducto de Deusto atravesando la ría y la vega de San Mamés (Postal, colección Joaquín Cárcamo)

El puente y el viaducto de Deusto atravesando la ría y la vega de San Mamés (Postal, colección Joaquín Cárcamo)

La construcción del puente de Deusto topó con numerosas dificultades, hasta el punto de que fue proyectado en 1930 y finalizado en diciembre de 1936. Su diseño elevado sobre ambas orillas, para respetar el trazado del ferrocarril a Portugalete, en la margen izquierda, y el tradicional camino de sirga en la derecha, y su trazado curvo en su ataque desde Bilbao, tuvieron parte de la culpa. Pero la Junta de Obras del Puerto, propietaria de los terrenos anejos a la ría, vislumbra posibilidades para los mismos y presenta una moción para que se redacte un nuevo proyecto. Se trataría de cambiar la estructura de hormigón del tramo curvo por una celosía metálica, permitiendo una mejor iluminación natural de esos terrenos. Finalmente, los costosos trabajos de cimentación en las márgenes –20 m de profundidad hasta alcanzar roca en la izquierda– imponen la solución inicial, más práctica, con lo que tan sólo las hojas del puente se realizarán en metal, siendo el resto de la estructura de hormigón.

Traslado de uno de los cajones estancos para la cimentación de las pilas. (Foto Archivo Txema Luzuriaga, tomada de la publicación "El Puente de Deusto")

Traslado de uno de los cajones estancos para la cimentación de las pilas. (Foto Archivo Txema Luzuriaga, tomada de la publicación «El Puente de Deusto»)

El proyecto fue obra de los ingenieros Ignacio Rotaeche y José Ortiz de Artiñano, siempre bajo la dirección y supervisión del arquitecto municipal. Se trata de una estructura sobreelevada, realizada en hormigón, de 500 m de longitud y 25 m de anchura. El puente en sí es una estructura metálica de 48 m de largo por 20 de ancho, repartida en dos aceras de 4 m y una calzada de 12 m. La estructura de hormigón, con una caseta para el control de las operaciones de ascenso y descenso de las hojas levadizas, penetra 23 m en el cauce fluvial, acogiendo y sujetando el tramo basculante, salvando de esta manera los 71 m que el Ibaizabal alcanza en este punto.

Las obras de cimentación de los pilares metálicos de la vega de San Mamés fueron ejecutadas por la Sociedad Entrecanales y Távora S.A. El viaducto de hormigón sustentado en parte por esos pilares sería realizado, a partes iguales, por Gamboa y Domingo S.A. y Retolaza y Anacabe Ltda. Los motores y mecanismos para el accionamiento del tramo móvil se adjudicarían a la empresa alemana MAN (Maschinenfabrik Augsburg-Nürnberg), que propuso un sistema alternativo al que se proyectó inicialmente, de cremallera. MAN presentó una propuesta de accionamiento por mecanismos de biela, de patente propia, que conectaba ambas hojas con un cable submarino, ahorrándose así una cabina (la del controlador de la margen izquierda), un operario y bastante material de equipo, además de simplificar la tarea de apertura y cierre del puente. Los brazos, que se elevan hasta alcanzar los 71º20’, se accionan con unas bielas situadas bajo el tramo móvil y que mueven el contrapeso hacia abajo, ayudadas por unos engranajes a modo de dientes de sierra, asegurando una maniobra que, en su momento, duraba setenta segundos. Los cantilever que componen cada una de las hojas del puente están constituidos por dos vigas principales de celosía, separadas 13 metros entre ejes, que rematan en vigas de alma llena para facilitar la unión del contrapeso. El sector rodante de las vigas lo forman tres barras de celosía unidas por dos barras soldadas a las coronas de rodamiento. Utiliza un doble sistema de frenos electromagnéticos, situados los de servicio en la primera reducción y los de emergencia en el eje en que van calados los piñones de la tercera, permitiendo un frenado en un tiempo máximo de 15 segundos. El gálibo o altura desde el centro del tablero hasta la lámina de agua alcanza, en pleamar, prácticamente 8 m.

Construcción del sistema de biela patente MAN instalado en las casas de máquinas que albergan las pilas de ambas márgenes. (Foto Archivo Txema Luzuriaga, tomada de la publicación "El Puente de Deusto")

Construcción del sistema de biela patente MAN instalado en las casas de máquinas que albergan las pilas de ambas márgenes. (Foto Archivo Txema Luzuriaga, tomada de la publicación «El Puente de Deusto»)

En el curso de la Guerra Civil los puentes bilbaínos fueron dinamitados por los batallones de gudaris y milicianos que cubrían su retirada hacia Santoña, ante la inminente caída de Bilbao. En junio de 1937 el puente de Deusto se vio así inutilizado, estando aún en período de pruebas y abierto al tráfico provisionalmente. Reconstruido y reinaugurado en octubre de 1939, recibiría entonces el nombre de Puente del Generalísimo, denominación que mantuvo hasta 1979.

El puente de Deusto en una de sus últimas aperturas, el 1 de abril de 2007 (Foto Joaquín Cárcamo)

El puente de Deusto en una de sus últimas aperturas, el 1 de abril de 2007 (Foto Joaquín Cárcamo)

Es indudable la consideración de que es objeto el Puente Vizcaya, ubicado junto a la desembocadura de la ría, en especial tras ser designado como Patrimonio de la Humanidad, acaparando así el foco de atención que le corresponde, por solera y magisterio. Pero ello no resta un ápice de su importancia a los dos puentes de que tratamos, Deusto y Ayuntamiento, pues en el momento de su construcción supusieron técnicamente un salto cualitativo en el buen hacer de la ingeniería de nuestro país. Es cierto que se inspiraron directamente en una de las ciudades que en ese momento tenía un mayor prestigio mundial en lo que a arquitectura, ingeniería y urbanismo se refiere –allí se elevaron los primeros rascacielos–, pero no lo es menos que la obra ejecutada en Bilbao, siguiendo el modelo americano, no desmerece del original

 

El puente de Deusto visto desde Deusto en los años 40 del siglo XX. Uno de sus mejores aciertos fue la doble alineación de bellas farolas decó proyectadas por Bastida y hoy desaparecidas, excepto una. (Postal, Colección Joaquín Cárcamo)

El puente de Deusto visto desde Deusto en los años 40 del siglo XX. Uno de sus mejores aciertos fue la doble alineación de bellas farolas decó proyectadas por Bastida y hoy desaparecidas, excepto una. (Postal, Colección Joaquín Cárcamo)

Otra imagen histórica del puente de Deusto. En primer término, a la izquierda, la chimenea de los Talleres de Deusto. (Postal, Colección Joaquín Cárcamo)

Otra imagen histórica del puente de Deusto. En primer término, a la derecha, la chimenea de los Talleres de Deusto. (Postal, Colección Joaquín Cárcamo)