El diario Noticias de Gipuzkoa publicó el pasado día 26 de noviembre de 2019 un interesante relato sobre la situación de este importante edificio de arquitectura industrial racionalista, firmado por Txema Ruiz, en el que cita a nuestra asociación como partícipe en las gestiones destinadas a su preservación. Por su interés lo reproducimos y el lector interesado puede acceder a la publicación original haciendo clic en el títular de la noticia:

 

El edificio de Luzuriaga en Antxo

Plano de situación de las antiguas oficinas de la empresa Victorio Luzuriaga SA.

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«Hace unos meses se han cumplido 25 años del cierre de la factoría Victorio Luzuriaga SA y como único recuerdo físico está el edificio de las antiguas oficinas y laboratorios, ubicado en la acera donostiarra de la carretera que conduce al barrio de Molinao. En la parte pasaitarra estaba la factoría propiamente dicha, generando humos, ruidos y molestias, mientras que los impuestos y recaudaciones se recogían en el Ayuntamiento de Donostia, al estar en su acera el domicilio fiscal de la empresa. Luzuriaga cerró y en 2008, tras realizarse unas Jornadas de Urbanismo sobre Pasaialdea organizadas por la Universidad Vasca de Verano, se inició un movimiento, promovido por Antxotarrok Historia Mintegia y el grupo de jóvenes Luzuriaga Martxan. En dichas jornadas se señalaba que el edificio de más de 3.500 m2 en sus cuatro plantas, presentaba un buen estado de conservación en cuanto a su estructura. Los promotores de su rehabilitación y utilización, a lo largo de los años, han mantenido conversaciones con ayuntamientos de Donostia y Pasaia, dirección de Patrimonio del Gobierno Vasco, Asociación Vasca de Patrimonio Industrial Obra Pública, Departamento de Urbanismo del Gobierno Vasco, INGEBA, Departamento de Servicios Sociales de la Diputación con el fin de ubicar una posible Residencia de Ancianos, etc.

El edificio de las oficinas de Luzuriaga ubicado en los entornos de Pasai Antxo, con fachadas clásico-modernistas y con una planta de 101 x 11 metros fue diseñado en 1945 por el arquitecto-ingeniero mondragonés Ricardo Olaran Añibarro (1912-1982) y el mismo es el único pabellón industrial salido de su estudio que se conserva en pie. Entre otros trabajos de este representante de la arquitectura racionalista vasca se pueden citar: nuevo Hospital Provincial, clínica de San Juan de Dios, el frontón Galarreta, reformas de la torre de la catedral del Buen Pastor y de la iglesia de los Jesuitas, viviendas, fábricas, etc.

Aunque el edificio podría ser utilizado o dar servicio a otras actividades empresariales, culturales, residencia de investigadores, talleres ocupacionales, oficinas y talleres para nuevas empresas, centros de orientación de todo tipo, residenciales, etc., me volvió a surgir la imagen del edificio al leer en este periódico que, a finales del pasado mes de julio, el Gobierno Vasco había aprobado un decreto referente a los servicios geriátricos de la CAV. De su lectura, no se puede menos que afirmar que una parte del edificio, o su totalidad, puede dedicarse a residencia de ancianos pues tiene las características requeridas por el decreto: buen estado estructural del edificio según las catas realizadas, posibilidad de realizar amplias separaciones de usos en los más de 15.000 m3 de utilización del edificio, ubicado en un núcleo de población, enfrente de las viviendas de protección oficial de Antxo Berri en la urbanización generada en los terrenos de los antiguos talleres de Luzuriaga a 200 metros del centro de Antxo, espacio y buenas alturas para habitaciones confortables y acceso desde la terraza superior a una amplia campa.

Algún lector puede preguntar por la titularidad del edificio. La misma recae en FunPasaia SA, que está formada entre otros por ICO, diputaciones de Navarra y Gipuzkoa, etc. y el edificio lleva 25 años sin poder ser vendido ni cedido. En este punto, no puedo menos que recordar la segunda vida que se le dio al edificio donostiarra del geriátrico, que sí tenía padrinos. El edificio de las antiguas oficinas de Luzuriaga no debe de seguir siendo un monumento al «no hacer nada», a no utilizarlo ni a tirarlo, lo cual sería más grave todavía, si se llegase a la conclusión seria de que no se puede rehabilitar para cumplir una importante y diversa labor social. El edificio tiene un importante handicap y es que está en tierra de nadie, al ubicarse en el linde entre Donostia (al que pertenece administrativamente) y Pasaia (el que puede beneficiarse de sus servicios, al igual que los barrios donostiarras de Molinao/Buenavista y parte de Eskalantegi Kalea), pero nadie lo considera como propio y, por tanto, no es objeto de reivindicación.»