La subestación ILGNER*

Tras el plan de derribos llevado a cabo en 1995, la nave Ilgner es el único edificio conservado de todos los que en la fábrica de Altos Hornos de Vizcaya (AHV) en Barakaldo se dedicaron a labores productivas. Hoy aloja el BIC Ezkerraldea. En su valoración y preservación la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, AVPIOP tuvo un papel destacado.

Es un edificio de hormigón, singular por su monumentalismo y pretenciosidad  tanto por los materiales de construcción utilizados como por su programa. Fue construido en 1927 para albergar una subestación con dos grupos Ilgner de transformación eléctrica de los que toma prestado su nombre. Su instalación constituyó un hito en el desarrollo tecnológico de la empresa que definitivamente apostaba por la electrificación de su aparato productivo, proceso que se había iniciado tímidamente en los primeros años del siglo pero que tardaría en generalizarse, justificado en parte por disponer de una moderna y potente instalación de generadores de vapor a base de la utilización de los gases de los hornos altos.

La subestación habría de suministrar energía a un tren blooming de laminación largamente pretendido por la empresa y que por diversas coyunturas internacionales y económicas  no pudo ver la luz hasta finales de los años veinte.

Un edificio singular para una maquinaria no menos valiosa parcialmente desmantelada después de que dejara de prestar servicio hace ya algunos años.

Altos Hornos de Vizcaya. Panorámica de la fábrica de Barakaldo (Aguada de Gerardo D´Abraira reproducida en el Album de la siderurgia española, 1943).

 

Contexto histórico-tecnológico

Al comenzar el siglo XX ya funcionaban en todo el mundo bastantes trenes de laminación eléctricos. La demanda se vio incrementada a partir de 1903, año en el que Karl Ilgner desarrollaba por primera vez el accionamiento eléctrico reversible para trenes de laminación. En 1906, tres fábricas vizcaínas: La Basconia de Basauri, Echevarria de Rekalde y San Francisco de Sestao ya habían instalado los primeros trenes eléctricos de España, todos ellos accionados por motores Siemens.

Dos años después, AHV ponía en marcha por primera vez un tren frío de accionamiento eléctrico en la fábrica de hojalata. El resto de sus de 23 trenes -entre blooming, reversibles, fermachine y de fabricación de hojalata-, seguían movidos por máquinas de vapor o motores de gas. En 1912 se proyectan nuevos trenes: un blooming en la fábrica de Barakaldo y un tren continuo para hierros comerciales en Sestao. Este último se inaugurará en 1918 con accionamiento eléctrico; sin embargo, el tren blooming proyectado para la fábrica de Barakaldo nunca llegará a su destino; comprado en 1914 en Alemania, su transporte queda bloqueado en el puerto de Rotterdam por las vicisitudes de la 1ª Guerra Mundial.

En 1920 la empresa reanudaba los trámites para contratar el nuevo blooming que, junto a un tren acabador reversible, será suministrado definitivamente por la casa inglesa Davy Brothers de Sheffield  en 1927  quince años después de haber sido proyectada su instalación.

Ante las dudas que aun planteaba su sistema de tracción a vapor o eléctrico, un estudio realizado por el servicio técnico de la empresa revelaba la importancia que técnica y económicamente tenía el accionamiento eléctrico.

Un detalle justificativo de la conveniencia del cambio de accionamiento lo revela el coste del mismo: en los viejos trenes movidos a vapor, éste venía siendo en la laminación de carriles de unos 1500 kgs. de vapor por tonelada, en tanto que en el accionamiento eléctrico la práctica de numerosas instalaciones venía demostrando que no pasaba 60/70 kWh, resultando una economía aproximada de un 75% en favor del accionamiento eléctrico, teniendo en cuenta un consumo de 6 kgs de vapor por kWh.

Una vez tomada la resolución de introducir el accionamiento eléctrico, se eligió el sistema Ilgner como el más beneficioso encargándose el suministro del grupo y equipo eléctrico completo a Siemens Schuckert Industria Eléctrica, invitándose a esta casa para que en calidad de ingeniero consultor confeccionase los planos y cálculos, labor encomendada al ingeniero F. Rohde del Departamento de Industria de Siemens.

El edificio Ilgner de Altos Hornos de Vizcaya, en 1926.

 

El edificio

Para la realización del programa la mayor dificultad que se presentaba era la del emplazamiento de la casa de máquinas del grupo Ilgner, por la escasez de terrenos al lado de las instalaciones de los trenes de laminación lindante con la carretera Bilbao-Portugalete. Esta dificultad se resolvió llevando estas instalaciones al otro lado de la carretera, en un terreno de muy difícil cimentación por carecer de base firme hasta los 27 m. de profundidad y ser terreno pantanoso. La complejidad que presentaba el lugar elegido obligó a solicitar la colaboración del experto en consolidación de terrenos para cimentación de obras, Alfonso Peña Boeuf. Este ingeniero, que posteriormente haría carrera política llegando a ser Ministro de Obras Públicas de Franco en 1938, se hizo cargo de la obra llevando a cabo una cimentación experimental con gran éxito; en lugar de pilotes, construyó una gran placa de hormigón armado lanzando, a través de ella,  inyecciones a grandes presiones de mortero con escorias .

En 1927, tres años después de su inicio, se inauguraba el edificio. Ejecutado en hormigón armado, con excepción de la cubierta de cerchas metálicas, respondía a las necesidades constructivas que imponían el soporte de la pesada maquinaria, las dificultades de cimentación y su ineludible función de contenedor. La maquinaria del grupo Ilgner quedaba anclada a una plataforma de hormigón elevada  que permitía mantener una adecuada ventilación y evitar la entrada de polvo en las máquinas, además de prevenir que las vibraciones producidas por éstas no afectaran a la estructura perimetral del edificio.

Su planta basilical era compartida por una nave central diáfana de 55 m. de longitud y 20 de luz, que albergaba la sala Ilgner con la  maquinaria y el tablero de mandos, y dos naves laterales a diferente nivel, la de mayor altura con la instalación de distribución y la menor con las instalaciones de transformadores y rectificadores.

La instalación fue dispuesta de manera que en su misma casa de máquinas pudiese instalarse también la estación transformadora de 30.000 /3.000 V para el abastecimiento de la fábrica con energía eléctrica de la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica.

El edificio Ilgner en construcción. Realizando la compleja cimentación.

 

En su interior  la sala presentaba una gran riqueza decorativa, poco corriente en las construcciones de la siderurgia. Zócalos de baldosa cerámica en el que se intercalaban siete puertas de arco rebajado y el piso acabado en terrazo con diferentes motivos ornamentales, todo un  ejemplo de deferencia hacia un espacio de calidad donde la fábrica dejaba de ser un antro infernal para dar lugar a la fábrica-catedral, capaz de combinar utilidad y estética.

El edificio Ilgner en construcción.

 

Exteriormente la construcción mostraba su esqueleto de hormigón con los pilares distribuidos entre amplios ventanales verticalizando sus fachadas, en contraste con el ladrillo visto de cierre de los muros  y las líneas horizontales de la cornisa y el tímpano. Las proporciones se asemejaban a las de un templo clásico sin concesiones al ornamento pero con una nítida expresión de poder, solidez óptica y monumentalismo, en consonancia con las nuevas tipologías que las arquitecturas de la electricidad estaban reproduciendo en todo Europa a estas alturas del siglo. Éstas se encaminaban hacia la búsqueda de unas formas propias de auténtica estética industrial a partir de una nueva interpretación de los recursos histórico-eclecticistas. Soluciones arquitectónicas donde la electricidad  se convirtió en expresión del poder  –temples of power–  y del confort que esta fuente de energía era capaz de ofrecer, elevada al rango de mito de una nueva edad de oro.

 

El edificio Ilgner en construcción en 1925.

 

Por otra parte la utilización del hormigón armado como elemento constructivo no tenía precedentes en AHV cuyas naves de esqueletos metálicos y cerramiento de ladrillo eran características de sus arquitecturas. Sin embargo, pocos años antes se habían construido en terrenos próximos de la Margen Izquierda tres magníficos edificios industriales de hormigón armado que sin duda iban a servir de referencia: las naves fundacionales de Babcock & Wilcox en Sestao (1919) empresa pionera en el Estado en la construcción de talleres industriales a gran escala, y sobre todo la fábrica de Grandes Molinos Vascos en Zorroza (1924) y la desaparecida Central Térmica de Burceña (1926),  dos obras realizadas por el arquitecto Federico de Ugalde y Echevarría.

 

Edificio Ilgner. Plano de sección transversal.

 

Edificio Ilgner. Vista interior en los primeros años.

 

Edificio Ilgner. Vista interior en los primeros años.

 

Edificio Ilgner. Interior. (Foto Santi Yaniz, 1999).

 

Edificio Ilgner. Cuadro. (Foto Santi Yaniz, 1999).

 

Edificio Ilgner. Detalle de la rica decoración interior. (Foto Santi Yaniz, 1999).

 

Edificio Ilgner. Detalle del pavimento cerámico. (Foto Santi Yaniz, 1999).

 

* El texto de esta entrada se ha tomado de un trabajo de los miembros de AVPIOP, Ivon Oterino y José Eugenio Villar.

 

ARCHIVO: EDIFICIO ILGNER DE AHV:

2018/10/16 La exposición de AVPIOP sobre el “Patrimonio Industrial Vasco” en el Ilgner / BIC Ezkerraldea de Barakaldo

2018/10/15 AVPIOP participa en la Jornada “El valor social del Patrimonio Industrial”, en Barakaldo.

2015/09/28 Patrimonio industrial mueble. Convertidor Ilgner de Altos Hornos de Vizcaya.

 

Los Diques Secos de Bilbao se inauguraron el 20 de junio de 1868. En 2018 se cumplen 150 años.