La periodista Itsaso Álvarez publica en el diario El Correo un extenso artículo en el que registra el patrimonio histórico industrial que aún jalona las márgenes de la ría del Nervión – Ibaizabal. Tanto la periodista como el fotógrafo del diario recorren la arteria vital de la industrialización vizcaína guiados por el presidente de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, Javier Puertas y señalan los principales hitos presentes aún. Transcribimos a continuación el texto:

TRAS LAS HUELLAS DEL PASADO DE LA RÍA

Antiguos embarcaderos, farolas, grúas, restos de gabarras y pecios… testimonios de una época jalonan el cauce fluvial de Bilbao al Abra. Hay quien los considera un «desperdicio»

 

TRAS LAS HUELLAS DEL PASADO DE LA RÍA Antiguos embarcaderos, farolas, grúas, restos de gabarras y pecios... testimonios de una época jalonan el cauce fluvial de Bilbao al Abra. Hay quien los considera un «desperdicio»

TRAS LAS HUELLAS DEL PASADO DE LA RÍA
Antiguos embarcaderos, farolas, grúas, restos de gabarras y pecios… testimonios de una época jalonan el cauce fluvial de Bilbao al Abra. Hay quien los considera un «desperdicio»

La industria de la ría de Bilbao destacó siempre por ser pionera en numerosos frentes y una de las de mejor calidad de productos elaborados en su rama productiva. La fuerza, el trabajo y la energía que un día tuvieron esos quince kilómetros de vía fluvial tienen un valor singular al ser testimonio del pasado. Las ruinas industriales que jalonan las orillas con testigos mudos de lo que en su día fue un espacio de intensa actividad. Las antiguas fábricas, maquinaria, talleres, depósitos, embarcaderos, diques o cargaderos que perviven poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico e incluso científico. El Alto Horno de Vizcaya Nº 1 en Sestao, el Pabellón Ilgner en Barakaldo y el Puente de Vizcaya en Portugalete figuran en la lista de los cien elementos de patrimonio industrial seleccionados por el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial. Nada ni nadie los borrará de su sitio. Pero otros elementos mucho más sencillos como balizas, farolas, astilleros, argollas, norais, cargaderos e incluso la antigua barandilla verde de hierro de la ría, hoy pintada de blanco, y el primer pretil de hormigón del que apenas queda un tramo en Botica Vieja, están corriendo peor suerte. Hay quien los considera un «desperdicio», un «estorbo», y la expresión visual de un espacio decadente y degradado. Carentes de apoyo institucional, muchos acaban sepultados bajo hormigón, oxidados, desmantelados sin piedad u olvidados entre el fango, como es el caso de los restos de una gabarra que descansan en un varadero a la altura de Zorroza o los picaderos de madera calzados en la ría sobre macizos de hormigón que en su día construyó Astilleros Torre y Bereciartua frente al número 4 de Ribera de Deusto para completar sus instalaciones. O como las tablestacas, una estructura formada por pivotes de madera que aún hoy sirve para afianzar el muelle frente al número 2 de la calle Ramal de Olabeaga.

La Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública trabaja desde 1984 para sensibilizar a la sociedad y a las instituciones sobre la necesidad de preservar el patrimonio industrial mueble e inmueble de la comunidad autónoma. El colectivo opina que la protección y la recuperación de las ruinas puede
servir de atractivo paisajístico, además de baluarte didáctico y emblema de la identidad cultural del lugar. «La actividad en la ría era frenética. Así que cuando escuchamos en los discursos oficiales decir que siempre hemos vivido de espaldas a la ría y que ahora hay que volver otra vez a mirarla no lo entendemos», sostiene Javier Puertas, presidente del colectivo. Con la ayuda de este economista amante de la historia de Bilbao, EL CORREO ha llevado a cabo un trabajo de campo entre el Puente Euskalduna y el Muelle de Hierro de Portugalete para conocer qué elementos permanecen en las orillas del cauce y averiguar si, tal y como dejó escrito Pío Baroja, la ría sigue siendo «una de las cosas más sugestivas de España».

«Primero se iluminó la orilla»

Zorroza, Olabeaga y Zorrozaurre concentran la mayor parte del inventario. Nos encontramos en el embarcadero de Olabeaga situado a la altura de los números 3 y 5 de la calle Dique, unos doscientos metros más abajo del Puente Euskalduna, donde la primera terraza hostelera que se adentra en la ría acaba de ser construida sobre la plataforma que ocupaba un antiguo cargadero de mineral. El mismo sitio por donde se cuenta que cruzaba la ría todos los días en su bote para ir a trabajar Gerónima Carlota Iglesias Hidalgo, más conocida como Carola, esa bella mujer que hacía parar la producción de Euskalduna porque los trabajadores se quedaban embobados mirándola.

«Ese poste de color verde al que le falta la tulipa de cristal es una antigua farola de la iluminación original del cauce. La ría de Bilbao tuvo luz eléctrica mucho antes que la ciudad, porque el tráfico marítimo no se detenía de noche», avanza Puertas. Desde este punto se ven muchísimos elementos más, algunos, eso sí, según la marea. «La propia mampostería de la ribera que data de principios del siglo XX es una belleza, no sólo es el valor histórico, ni el criterio puramente estético, es que mantiene el carácter. Todos los norays que se utilizaban para afirmar las amarras de los barcos tienen el nombre del constructor, una empresa local, sellado, hay muchísimos en la zona de Lamiako». También la barandilla junto a la ría se fabricó en una empresa bilbaína. «Es posible descubrir incluso restos de antiguos astilleros de ribera y de cargaderos tanto en la margen izquierda como derecha. En su día hubo mucha construcción naval, sobre todo de pequeña embarcación. También quedan algunos pivotes en rampa que se empleaban para barcos de mayor calado. A diferencia de lo que se hace ahora en la Naval de Sestao, en estos diques se hacían las botaduras de lado», argumenta nuestro guía antes de señalar un trípode metálico rojo con caseta situado a once metros sobre el nivel del mar que en su día emitía destellos rojos cada diez segundos. «Estas balizas eran de color rojo en la margen derecha y verdes en la izquierda. Eran los semáforos de los barcos». Se conservan solo aguas abajo del Puente Euskalduna. «La única que quedaba junto al Puente de Deusto se eliminó hace unos años. Están pegadas al dique al borde de la ría y no molestan para el tránsito de personas, pero la sustituyeron por un pirulillo blanco algo más ancho que no tiene ningún sentido», lamenta.

Más elementos portuarios, las escaleras orientadas aguas abajo y los embarcaderos, tanto los de pasaje integrados en el muelle como los rectangulares sostenidos por cuatro pilares que aún conservan sus ocho argollas y los que disponen de una ventana inferior. «Lo que ha tenido que ver con el transporte de trabajadores fue fundamental, teniendo en cuenta que la actividad era frenética». Imaginemos, por ejemplo, el trajín que se traía el servicio de gasolinos durante los cambios de turno de la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques, que estuvo abierta 85 años en Bilbao. Con estos, resisten al paso del tiempo algún que otro bolardo fabricado por Fundiciones Bolueta y unas pocas grúas manuales, como la que perteneció a Astilleros Zamacona, factoría que ahora ocupa Mármoles Arteaga.

«Hemos sugerido al Ayuntamiento de Bilbao que en la zona del Guggenheim retire las plaquetas de hormigón rectas que ocultan los diques con forma de arco», señala Javier Puertas. De momento, la propuesta ha caído en saco roto. No así otras. «La Comisión gestora de Zorrozaurre nos pidió un inventario específico de los pequeños elementos y de los edificios y estructuras industriales que considerábamos importante conservar para consolidar el recuerdo de su pasado industrial y portuario antes de poner en marcha el Plan Especial de Ordenación Urbana». La propia arquitecta angloiraquí Zaha Hadid, fallecida en marzo, pidió que se identificaran una docena de elementos industriales susceptibles de rehabilitarse antes de intervenir. «Aisladamente quizá no tienen valor, pero cuando explicamos qué función cumplían todos estos elementos portuarios y del pasado industrial y los contextualizamos dejan de asociarse a ruina y suciedad y se descubre su lado evocador», asegura Javier Puertas.

«Bilbao no tiene nada que envidiar a Manchester, pero aquí no se valora»

Los defensores del patrimonio repasan los lugares que han superado con maestría la transformación de sus espacios industriales

«Estamos preocupados por los diques de Euskalduna, que podrían derruirse parcialmente»

«Bilbao no tiene nada que envidiar a Manchester, pero aquí no se valora» Los defensores del patrimonio repasan los lugares que han superado con maestría la transformación de sus espacios industriales

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Los defensores del patrimonio repasan los lugares que han superado con maestría la transformación de sus espacios industriales

El concepto de patrimonio hace referencia a los restos materiales de épocas pasadas y su estudio es una forma de aproximación a las características económicas, sociales y tecnológicas de otros momentos de la historia. Algunas ciudades han considerado que eso despierta interés y han llegado a estudiar las posibilidades que presenta para el turismo. «A nivel internacional hay muchas referencias de que todo este tipo de restos portuarios los han preservado», corroboran los defensores del patrimonio industrial vasco. «En Inglaterra están muy sensibilizados con estos temas. Cuando el Athletic fue a jugar la UEFA a Manchester, los que viajaron allí volvieron entusiasmados con la ciudad tan industrial, pero luego aquí no se valora, y eso que Bilbao no tiene nada que envidiar…», corroboran. «También nos gusta recordar que la cuenca del Ruhr, Capital europea de la Cultura en 2010, y considerada en su día la mina de carbón de Alemania, superó con gran maestría la transformación de espacio industrial en otro de índole cultural», explica Javier Puertas, presidente de la Asociación vasca de Patrimonio Industrial, integrada por 130 arquitectos, historiadores, ingenieros y economistas, entre otros profesionales.

Allí, los altos hornos, los gasómetros y los castilletes de extracción, los símbolos visibles de la herencia industrial, todavía están en pie, a pesar de que ya no se extraiga más carbón. Han dado paso a los teatros, la música, la pintura, la danza, las performances y mucho más. Una ruta turística de 400 kilómetros a través de la cuenca discurre a lo largo de 54 testigos del pasado y del presente industrial. Eso sin contar con que se ha renaturalizado el que antaño era considerado el río más sucio de Alemania.

Algunos logros

«El año pasado estuvimos en Polonia, que también fue una zona muy potente, donde están los astilleros donde trabajó el expresidente y Nobel de la Paz Lech Walesa, y el proceso iba por los mismos derroteros», observa Puertas. Algo así como lo que se hizo con el Azkuna Zentroa de Bilbao, que ya no huele a vino viejo, sino a moqueta, libros y ordenadores. «Aunque hemos perdido muchas, aquí hemos conseguido algunas cosas por el momento. Por ejemplo, el Gobierno vasco ha prometido que regenerará el cargadero de Orconera, en Lutxana, y se va a salvar la primera central térmica de Bilbao, Electra del Nervión, lo que ahora es Sader. Pero ahora estamos bastante preocupados con los diques de Euskalduna, de finales del XIX. Parece que unos inversores rusos están interesados en instalar una zona de ocio que puede obligar a romperlos parcialmente».

 

Nota: La denuncia de la destrucción de los restos arqueológicos del antiguo cargadero de Olabeaga en Bilbao ha abierto un debate ciudadano sobre la necesidad de preservar los pocos signos relevantes del pasado industrial y portuario de la ría.

ARCHIVO:

2016/05/24 Bilbao. Destrucción de los restos arqueológicos del cargadero de Olabeaga.