Historia de una demolición anunciada
La antigua estación de Durango, que ha permanecido parapetada tras las vallas durante estos últimos años, está amenazada de demolición. Durango, no ha sabido o no ha querido preservar los escasos restos de su patrimonio industrial y ferroviario de modo que, realizando una reutilización sostenible y respetuosa con la dignidad de estas antiguas construcciones, pudiera mantenerse, al menos testimonialmente, la memoria del pasado de esta importante población. Lo que no consiguieron las bombas hace ochenta años, lo realizarán finalmente, si no hay una decisión en contra de última hora, las máquinas. Se ha aprobado la demolición de la estación con un costo de 1,19 millones de euros según la propuesta hecha por Euskal Trenbide Sarea. La Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, AVPIOP-IOHLEE, manifiesta su pesar por una destrucción patrimonial que no añade valor a la operación urbanística en marcha, antes bien al contrario, y que, dada la extensión del espacio ocupado por las antiguas instalaciones ferroviarias, tampoco ha de suponer un incremento sustancial de la posible edificabilidad y rentabilidad económica de la iniciativa. El ayuntamiento de Durango debiera haber considerado la posibilidad de integrar el edificio en el diseño de la intervención urbana a realizar en la zona, valorando, pese a no tratarse de una de las estaciones arquitectónicamente relevantes del País, la oportunidad de su mantenimiento y reuso (no necesariamente público). Más aún, cuando ha sobrevivido a estos años de crisis y de lógico replanteamiento de las operaciones inicialmente diseñadas.
La alcaldesa de Durango, Aitziber Irigoras, declaraba el pasado mes de abril estar más interesada en el solar resultante del derribo de la estación que en el valor patrimonial y de uso del edificio y en el valor intangible de la presencia del recuerdo en sus conciudadanos así como en su transmisión a las generaciones futuras (Deia, 9 de abril de 2017):
«¿Se ha producido algún avance sobre el convenio en torno a los terrenos del tren que presentó el Gobierno vasco?: -Ya ha pasado por la comisión de Urbanismo y nuestra intención es que este tema se lleve a pleno en el mes de mayo para su aprobación.
¿Qué supondría para el municipio?: -Nos permitiría hacernos con el terreno que media entre Ermodo y la muga con Abadiño, de manera que después el Ayuntamiento pensaría qué quiere hacer en esa área. En segundo lugar permitirá hacernos también con toda la superficie de lo que era la estación antigua: 50.000 metros cuadrados.
¿Qué uso debería darse a esta zona?: -El terreno libre de la antigua estación debería convertirse en el pulmón verde de Durango. La inmensa mayoría de esos 50.000 metros cuadrados deberían transformarse en zona verde. Me refiero a un parque.»
El experto en historia ferroviaria, Juanjo Olaizola, nos recordaba no hace muchos años en su blog Historias del Tren los pormenores de aquellos bombardeos terribles sufridos por la población de Durango durante la Guerra Civil (Historias del Tren, 21/01/2013: El Bombardeo de la estación de Durango), a raiz del conocimiento de un interesante legado fotográfico sobre el bombardeo:
«Entre las imágenes que, de inmediato, han llamado mi atención, destacan sin duda las correspondientes al bombardeo de Durango (Vizcaya), que tuvo lugar el 31 de marzo de 1937. No cabe duda del carácter terrorista de esta acción de guerra, con la que se pretendía atemorizar a la población civil y quebrar su espíritu de resistencia. No obstante, la Aviazione Legionaria también aprovechó la ocasión para destruir diversos objetivos militares ya que Durango se había convertido en un nudo de comunicaciones fundamental para la defensa de los flancos Este y Sur del frente del Norte. En consecuencia, la estación del ferrocarril de Bilbao a San Sebastián donde, además, se encontraban los talleres principales de esta vía férrea, se convirtió en uno de los objetivos prioritarios de los bombarderos italianos ya que era un importante centro logístico para el transporte de tropas y equipos a los frentes de Eibar y Elgueta, a través de las líneas que se dirigían a Eibar y Elorrio.
El bombardeo de la estación de Durango provocó daños muy cuantiosos: la marquesina que cubría las vías de la terminal quedó completamente destruida y los talleres muy afectados. Además, buena parte del material móvil estacionado en estas dependencias, así como la playa de vías, instalaciones de electrificación y otros equipamientos, resultaron seriamente dañados.»
Por su parte el arquitecto Iñaki Uriarte, publicaba también recientemente un artículo sobre la estación lamentando la decisión de su derribo (Gara-Naiz 7/09/2017: La estación de Durango) del que entesacamos algunos párrafos:
«El Ferrocarril Central de Bilbao a Durango se inauguró el 30 de mayo de 1882 constituyendo un importante medio de transporte que con diversas ampliaciones y vicisitudes se mantiene 135 años después explotado posteriormente por la Compañía Ferrocarriles Vascongados en la actualidad Eusko Tren.
La estación entonces terminal de Durango se convirtió con el tiempo en el núcleo que articulaba con otras líneas de concesiones diferentes, la de Zumárraga y la de Arrazola y Elorrio, modificándose su configuración a una de paso. El concepto de estación, especialmente de las terminales, es más amplio que el edificio de viajeros comprende cocheras, talleres, almacenes diversos y en este caso subestación eléctrica de gran calidad arquitectónica en estilo neovasco junto con otras y estaciones de la línea obra del arquitecto vasco Manuel Maria Smith (1879-1956). Desafortunadamente no se conocen datos más precisos de su autoría y construcción.
Durante el bombardeo de la villa el 31 de marzo de 1937 por la aviación fascista al servicio de los sublevados franquistas sufrió importantes daños y posteriormente para mejorar del servicio en 1956 el edificio de viajeros se incremento en una planta más. Con el objetivo de duplicar la vía en un entorno de 10 kilometros, soterrar el paso en las inmediaciones de Durango, suprimir pasos a nivel, hacer un nuevo edificio que contuviese la sede de Eusko Tren y estación propiamente dicha, dependencias de viajeros, taquillas, andenes además de un centro comercial se convocó un concurso internacional restringido de proyectos. En 2004 se decidió, tal como era ya obvio vistos los antecedentes y consecuentes de populismo político que la propuesta ganadora fuese la de la arquitecta angloiraquí Zaha Hadid (1951-1965), con una aparatosa y costosísima arquitectura en la que prima la forma antes que la función que se inauguró el 17 de diciembre de 2012 con notables deficiencias y con el paso de apenas cinco años apreciables desperfectos consecuencia de diseños tan complejos como absurdos.
Una arquitectura de estilo internacional insípida sin ninguna referencia histórica ni cultural inindentificable, puede ser cualquier cosa, en realidad ya lo es un centro comercial, con una espacialidad interior deliberada y banalmente tortuosa y como consecuencia sin significado no solo simbólico ni social sin un valor afectivo. No aporta nada a la historia de Durango, apenas el nombre de su autora. En cambio la antigua estación es fundamental en el desarrollo de la villa y a sus valores, históricos se añade el social, el sentimental, la auténtica estación propia de Durango, el urbanístico por su actual centralidad y especialmente el arquitectónico, con un estilo ecléctico, de grandes posibilidades de rehabilitación para usos de interés público como en su tiempo se hizo con la de Portugalete, Azkoitia, o Lekunberri. La estación de Durango es consustancial a su historia urbana.
La estación es un hito de un proceso el principio o el final de un trayecto, de un episodio pero especialmente la puerta de llegada más habitual a un lugar. Miles de personas tuvieron su primer contacto con el pueblo cuando se apearon de un tren que les transportaba a un nuevo destino a veces definitivo en su vida. También de allí se partía para nuevos viajes de toda índole. Una referencia concreta vinculada a un horario, siempre presidida por el reloj que mide un tiempo ferroviario que regula la actividad de muchas personas, a la vez que escenario de ilusiones de encuentros y despedidas y albergue de la melancolía.
Una estación es el lugar donde el ser humano entra en una nueva relación con el tiempo mediante el desplazamiento, aumenta la velocidad y reduce la distancia, el principio de la conquista el territorio. Es uno de los pocos edificios públicos nacidos de la revolución industrial, escenario de la metamorfosis de la sociedad, de la mezcla social. Solamente del total desprecio a la propia idiosincrasia urbana, la más absoluta ignorancia y violencia cultural se puede concebir y aprobar la demolición de la histórica estación de Durango. En suma un patrimonio irrenunciable.»
ARCHIVO. La estación de Durango:
26/11/2017 Pese a las solicitudes de preservación Durango derribará su estación
10/07/2017 ETS saca a licitación la demolición de la histórica estación de ferrocarril de Durango
—
La Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública conmemora durante el año 2017 el 35 aniversario de la primera reunión de expertos en Patrimonio Industrial celebrada en 1982 en Bilbao y Barakaldo.
Deja tu comentario