«Vitoria es la capital industrial del País Vasco» dice el historiador, profesor y vicepresidente de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, AVPIOPJosé Eugenio Villar Ibáñez en una entrevista que publicaba el pasado 14 de diciembre de 2018 el diario El Correo de Álava. En la entrevista realizada por el periodista J. A. Martínez Viguri, Villar habla de la historia industrial de Vitoria y de la importancia de preservar el patrimonio de la industrialización.

«Michelin y Mercedes son las dos grandes generadoras de empleo en Euskadi», dice el divulgador patrimonial

VITORIA. Aunque es historiador y ejerce de profesor en Federico Baraibar, la industria siempre le ha cautivado. Como para no hacerlo, viviendo desde los dos años en Barakaldo. Es vicepresidente de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, colectivo que junto a Turismo del Gobierno vasco se dedica a poner en valor el pasado de una parte íntima de Euskadi. Industrialdia ofrecerá mañana (11.00 horas) una visita activa por Gamarra-Betoño y Zaramaga. José Eugenio Villar nos acompaña.

– ¿Atendemos debidamente a la conservación y promoción de nuestro vasto patrimonio industrial?

– No lo suficiente. En el País Vasco aún estamos a la espera de un museo de la industria y la técnica. No se entendería el País Vasco sin la industrialización. Estamos hablando de más de 150 años. Y eso que Vitoria tiene buenos ejemplos, la Azucarera –edificio de servicios–, el Matadero –centro cívico–, los pabellones de KAS –tanatorio–, el depósito de aguas –centro cultural Montehermoso–, la gasolinera Goya…

¿Dónde está el valor de un edificio cerrado, en desuso o ruinoso?

– En su origen, en las posibilidades de reutilización y sostenibilidad. Es el lugar donde nuestros antepasados estuvieron la mayor parte de su vida, en muchos casos más de ocho horas diarias. Son espacios con valor pedagógico por su maquinaria, arquitectura… Dan a conocer la técnica, las relaciones humanas.

¿Tiene Vitoria razones para sentirse orgullosa de su pasado fabril?

– Tuvo una primera revolución un tanto fracasada, se quedó descolgada. Algunas iniciativas prosperaron, como Ajuria y Aranzabal, líder en maquinaria agrícola. Era ciudad de tradición artesanal. Es curioso que en el XIX se hablara de la silla de Vitoria. Algunos escritores románticos hicieron referencia a ella. Se hacía con juncos, parece ser del Zadorra. No menos curioso resulta que aún se conserve Lascaray (LEA), cuyo origen data de 1823. Y no hay que olvidar, por supuesto, a Naipes (Fournier). Pero sí, fueron varias las iniciativas fallidas, como la del automóvil Darracq, del que se dice que el primero pudo construirse aquí.

El fallido plan de Citröen

¿Cuándo se produce el auténtico despegue empresarial?

– Después de la guerra y los años de la autarquía, a partir de los 50. Confluyen dos circunstancias, suelo para favorecer la llegada de empresas fundamentalmente del Bajo Deba a los polígonos de Betoño y Gamarra y la aparición de la sociedad de consumo. Y un hecho sorprendente. Se contaba con que la Citröen se iba a instalar en Vitoria, pero eligió Vigo. Esto permitió que el espacio reservado fuera finalmente ocupado por factorías de Gipuzkoa y Bizkaia.

¿Vitoria no supo aprovechar su pasado agrícola y artesanal?

– Sí. Era lo que le tocaba, haber desarrollado más la industria agroalimentaria, pero no fue así por la ausencia de capitales, seguramente, y penalizada por que el ferrocarril Castejón-Bilbao no pasara por ella. Muchas licorerías se asentaron en Amurrio, Llodio, por donde sí va ese tren. Aunque se consolidaron, como excepciones, la Azucarera o la Harinera de Abechuco, El Áncora.

Todo se transforma en la década de los 50 del siglo XX.

– La disponibilidad de suelo, la gestión pública, buenas comunicaciones pese al hándicap del ferrocarril… Y van a ser empresas que venderán su producto, los primeros electrodomésticos, coches… La industrialización vitoriana no tuvo nada que ver con la del resto. Luego llegó la redimensión de Michelin y Mercedes, la antigua DKW, las dos grandes generadoras de empleo en Euskadi, junto a la CAF de Beasain, mientras desaparecían las de la Ría del Nervión. Vitoria es la capital industrial del País Vasco. Lo dicen las estadísticas. Si atiendes a las cifras de empleo industrial, las suyas son mayores que las de las otras cinco localidades siguientes.

Hábleme de empresas inolvidables. Las que ya no están.

– Ajuria y Aranzabal, la conocida como ‘La Meta’; Sierras Alavesas, Forjas Alavesas, la Industrial Alavesa, cuyos edificios son hoy viviendas y servicios. Luego, a partir de los 50, DKW, Imosa, bicicletas CIL, BH, cremalleras Areitio, Esmaltaciones San Ignacio, Cegasa, la llave alavesa, esa llave inglesa que era la mejor del mundo; KAS… Me dejaré algunas.

 

LA CLAVE. El despegue en los años 50

«Confluyen el suelo para favorecer la llegada de empresas y la aparición de la sociedad de consumo»

 

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