Donostia – San Sebastián. Avanza la destrucción de la Estación del Norte / Atotxa (III)

Inútiles todos los esfuerzos realizados desde la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, AVPIOP-IOHLEE a lo largo de los últimos años para tratar de evitar el desastre patrimonial que tenemos la desgracia de estar contemplando estos días en Donostia-San Sebastián. Ni el Ayuntamiento de la ciudad, ni el Ministerio de Cultura quisieron escuchar nuestros fundamentados argumentos que justificaban el mantenimiento integro de la estación ferroviaria de Norte en Atotxa. El pequeño edificio de la estación podría haberse mantenido y rehabilitado si los poderes públicos lo hubiesen querido. Se ha optado por una solución difícil de comprender para un lugar de tanto valor para la ciudad.

Mantener una sola fachada de un edificio no es respeto al patrimonio. es fachadismo. Proteger fachadas es atentar contra el patrimonio arquitectónico, ha escrito el historiador del arte, Javier González de Durana. Además, la única fachada mantenida se prostituye añadiendo tras ella un volumen sobreelevado pretendidamente «neutro» que será percibido, sin duda, como un elemento distorsionador de la horizontalidad y la aquilatada escala del edificio original, y se cierra, incluso, el espacio de la marquesina de protección delantera. Con todo ello, el mantenimiento de esa fachada (realmente, tan solo de la obra de fábrica de la fachada, pues las carpinterias y otros elementos desaparecen también) no constituye más que una vergonzante pretendida justificación del atentado patrimonial.

Tras la demolición y reconstrucción, hace unos años, del pórtico de la estación; tras la demolición y reconstrucción unos años antes del puente de María Cristina; tras el derribo -a excepción de los muros y la escalera principal- de la imponente fábrica de tabacos; tras la distorsion producida por todas las intervenciones habidas y por llegar en ese maravilloso paisaje urbano de Donostia. ¿Que es lo que nos dejan? Queda tan solo un decorado de cartón-piedra para disfrute del turismo de masas. ¿Y la cultura?

Dejamos aquí constancia fotográfica del desastre: