Hace ahora 25 años, el diario El Correo de 28 de enero de 1996, publicaba un artículo de Teresa Abajo en el que se recogía la propuesta que la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, AVPIOP había realizado, consensuada con el Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, para elevarla al Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, para la protección de los dos hornos altos gemelos, 1 y 2, junto con otras instalaciones y elementos complementarios en Sestao, así como el edificio Ilgner y las oficinas de Altos Hornos de Vizcaya en Barakaldo.

DINOSAURIOS DE HIERRO

El Gobierno vasco estudia una propuesta de la Diputación y la Asociación de Defensa del Patrimonio Industrial para calificar como bien cultural los elementos más representativos de Altos Hornos

Un vecino de la calle Karranza de Sestao, sobre la que se proyecta la sombra del horno ‘María Angeles’. / Foto J. Ruiz – El Correo

María Ángeles no ha podido salvarse. El hormo más emblemático de AHV acabará comvertido en chatarra, a pesar de la iniciativa parlamentaria que pretendía declararlo monumento. Cuando llegue la última colada, a finales de este año, todavía quearán en pie dos hornos, más modestos dentro de sus colosales dimensiones, que guardan el secreto de un proceso siderúrgico condenado a pasar a la historia.

La Diputación y la Asociación para la defensa del patrimonio industrial han presentado una propuesta ante el Gobierno vasco para conservar los elementos más significativos de la fábrica. Este planteamiento es “perfectamente compatible” con la acería compacta, cuya estructura se levanta día a día ante la imponente silueta de los hornos altos.

Una de las imágenes que perdura es el hongo blanco de vapor que se elevaba sobre la factoría cuando se arrojaban 6.000 litros de agua sobre el carbón recién salido de los hornos de ladrillo (las baterías de cok). Esta estructura ha sido derribada, ya que se encontraba en el solar de la acería. Quedan las piezas metálicas y la asociación propone que se reconstruya el resto para conservar varios módulos completos.

Los hornos 1 y 2 han asistido a las demoliciones sin perder su férrea compostura. Desde su posición privilegiada –más de cincuenta metros de altura- contemplan el ascenso de la acería y los últimos coletazos del María Ángeles. A ellos dos nadie se ocupó de bautizarlos. No había tiempo. Fueron construidos a finales de los cincuenta, cuando la competencia de Ensidesa obligaba a trabajar deprisa.

FUENTE DE RECURSOS

Los hornos gemelos vivieron seis campañas, y fueron reconstruidos cinco veces ante el deterioro provocado por las altas temperaturas de la cuba, de unos 1.500 grados centígrados. Solo entonces se apagaban. Su jornada era de 24 horas al día, y ni siquiera durante las huelgas se detenían. Ahora se han convertido en dos dinosaurios de hierro, cuya única misión es servir de testigo a la memoria.

Para la asociación de defensa del patrimonio, esta tarea es muy importante. A su juicio, las instalaciones industriales pueden convertirse en una fuente de recursos después de su jubilación. “En todo el mundo atraen a muchos visitantes. Son las catedrales de la margen Izquierda”, dice el presidente, Joaquín Cárcamo.

La propuesta de calificación como bien cultural incluye los elementos que rodean los hornos altos y va más allá de los límites de Sestao. El edificio Ilgner es un capricho de la arquitectura industrial con su fachada en forma templo romano y su interior decorado con azulejos de cerámica. Los edificios de oficinas de Barakaldo, que llevan la firma del arquitecto Manuel María de Smith e Ibarra, completan la lista de candidatos.

Si se acepta la propuesta de la Diputación, ellos serán la última sala de un museo atípico, guardián de una herencia grabada con hierro candente. La respuesta no puede esperar demasiado. “El Departamento de Cultura debe tomar una decisión urgente, porque los derribos son un proceso irreversible”